La nomofobia, la nueva adicción que amenaza a los adolescentes
El 21,3% de los jóvenes españoles está en riesgo de desarrollar una conducta adictiva a causa de las redes sociales.
El teléfono móvil se ha convertido, en poco tiempo, en una parte esencial de nuestro día a día. Pocas cosas no se pueden hacer ya con el teléfono. El mundo queda reducido a una pantalla al abasto de nuestra mano. ¿Qué mal hay en ello?
La media de consulta al móvil en España es de unas 150 veces al día. Además, según el último estudio realizado por la asociación Protégeles, el 21,3% de los adolescentes españoles está en riesgo de desarrollar una conducta adictiva a Internet. Estas cifras muestran el peligro que las personas tienen de ser dependientes al smartphone, lo cual, aunque no seamos conscientes, perjudica gravemente a la salud. El daño va más allá de la pérdida de visión, dolor de cervicales o perturbación del sueño; el daño se puede convertir en una adicción.
El 21,3% de los adolescentes españoles está en riesgo de desarrollar una conducta adictiva a Internet
La nomofobia es el miedo irracional e incontrolable a estar sin el teléfono móvil. Pero, ¿se puede considerar el móvil como una droga? Los investigadores de la Universidad de Corea del Sur han demostrado que estar pendiente del móvil produce unos cambios químicos similares a otras adicciones. Cuando la persona adicta utiliza el dispositivo, tiene mayores niveles del neurotransmisor ácido gamma - aminobutírico (GABA) en el cerebro. Justo en la zona donde actúa la dopamina.
Sin embargo, no existe una unanimidad entre los expertos a la hora de etiquetarlo como adicción o droga. En este sentido, algunos médicos consideran que el uso abusivo de las nuevas tecnologías es una adicción no relacionada con una sustancia; y que solo se puede tratar de adicción cuando este uso excesivo supone una pérdida de control, una absorción a nivel mental y una alteración grave de las capacidades de la persona. Es por este motivo de no unanimidad que la nomofobia no está considerada como patología ni trastorno del comportamiento.
Debemos de tener en cuenta que existe una fina línea para distinguir si la adicción es al propio dispositivo móvil o a las redes sociales. Los profesionales se muestran prudentes cuando se habla de trastornos específicos relacionados con las redes sociales, e incluso informes como el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, no reconocen oficialmente la adicción a las redes sociales como un trastorno.
El uso del teléfono móvil, una futura adicción. Fuente: Unsplash.com
SÍNTOMAS, CONSECUENCIAS Y SOLUCIÓN
Estar siempre enganchado al móvil crea dependencia y perjudica gravemente nuestra salud. El adicto disfruta de los beneficios inmediatos de este dispositivo, pero no presta atención a las posibles consecuencias negativas a largo plazo.
Como cualquier otro trastorno o adicción, hay unos síntomas previos que pueden avisarnos si una persona sufre nomofobia. Si la mayoría de estos síntomas son acordes a lo que te sucede, probablemente, sufras de esta adicción sin ni siquiera saberlo:
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Intentas tener siempre el dispositivo cerca y, en caso de no tenerlo, sientes un gran estrés y ansiedad.
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Consultas el teléfono compulsivamente. Esa obsesión de mirar el móvil sin motivo alguno puede ser una señal de que uno padece nomofobia.
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Lo primero que se hace al despertar y lo último antes de acostarse, sin excepción, es consultar el teléfono.
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La batería no dura un día. Si se carga el móvil diversas veces al día es probable que se esté haciendo un uso excesivo.
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Lo llevas a todas partes, incluido al servicio.
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Lo usas en reuniones sociales, como comidas familiares o con amigos.
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Sufres constantemente el síndrome de la vibración fantasma. Sientes que el teléfono está vibrando en el bolsillo cuando, en realidad, no es así.
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Aplazas tareas importantes para estar con el móvil.
De forma paradójica y contradictoria; el móvil, que nació como la herramienta que más facilita las comunicaciones, puede llegar a producir el aislamiento de la persona, lo cual puede traer consigo efectos negativos al sistema inmunológico.
Por otro lado, dificulta la socialización y reduce la interacción entre personas físicas. El informe Cigna 360 Wellbeing Survey apunta que el 34% de los españoles afirma que el uso constante del móvil ha repercutido de forma negativa en su vida social.
Cuando la adicción se consolida y hay un uso abusivo descontrolado aparecen síntomas de abstinencia, como la ansiedad, la depresión y la intranquilidad. Desde este punto, el sujeto puede mostrar un ansia por las redes sociales, e incluso se produce un flujo de transrealidad -alejamiento de la vida real-, que recuerda la experiencia de las drogas.
Además, estas personas sufren más trastornos como alteraciones del sueño, impulsividad, malestar emocional, disgustos, preocupaciones y la búsqueda exagerada de emociones fuertes. “El teléfono móvil se ha convertido en una extensión de nuestro cuerpo muy útil, pero el problema llega cuando nos genera formas de conducta problemáticas con respecto a este medio”, explica el Dr. Mariano Urraco, profesor en la Universidad a Distancia de Madrid.
Cuando la comunicación online queda interrumpida, se puede llegar a sufrir nerviosismo, taquicardias, pensamientos obsesivos, dolores de cabeza y de estómago y ataques de pánico. Hay ocasiones, en que en la adicción también provoca timidez excesiva, baja autoestima, rechazo de la imagen corporal o hiperactividad. Estos usuarios padecen FOMO (Fear Of Missing Out), un síntoma que provoca la incapacidad de la persona de desconectarse del mundo online porque, para ellos, significa no existir.
El Pew Research Center de Washington, en 2015, demostró que las redes sociales producen más estrés del que alivian, y que las mujeres afirmaron estar más estresadas que los hombres. Otro estudio publicado en la revista Computers and Humans Behaviour reveló que aquellos usuarios que utilizan más de siete plataformas de redes sociales tienen el triple de probabilidades de sufrir ansiedad y depresión, que aquellas que solo usan dos.
Hoy en día ya hay cierta consciencia de este nuevo tipo de adicción que, cada vez, está más presente entre los ciudadanos. Diversas clínicas de desintoxicación en todo el mundo ya tratan este problema desde un versante psicológico, y se realizan diversos estudios para conocer más a fondo esta adicción.
Para solucionar la nomofobia es fundamental reconducir el exceso de conducta patológica y buscar un comportamiento más adecuado. Si esa persona no puede hacerlo de manera autónoma es importante que consulte con un especialista. Además, los expertos advierten que los retiros de desintoxicación digital no son buenos si no hay un seguimiento profesional, tanto a priori como a posteriori de este retiro. “Es complicado encontrarle una solución a la adicción al móvil”, confiesa el Dr. Urraco, “quizá la opción más viable sería buscar actividades de ocio desligadas a él”.
Jóvenes pasando su tiempo de ocio con el móvil. Fuente: Unsplash.com
LOS PERFILES CON MÁS ADICCIÓN
Lo curioso de esta adicción, tal y como apunta el terapeuta americano Nethan Driskell, es que “el impacto psicológico por las plataformas digitales puede ser más difícil de tratar que otras adicciones reconocidas”. La sociedad es más vulnerable a caer entre sus redes, aunque lo más preocupante es la baja edad de los adictos. Tras el estudio realizado por la Unión de Seguros Médicos de Alemania (DAK) y la Clínica Universitaria de Hamburgo, un 2,6% de los adolescentes presentan una adicción a las redes sociales.
La generación Z se siente y se define como "tecnológica". Los jóvenes creen, y defienden, que la tecnología es el elemento principal que define el futuro. Son grandes conocedores y usuarios del mundo digital, sobre todo de las redes sociales; sin embargo, son los que más sufren de nomofobia. Los adolescentes pueden llegar a sentirse muy mal si sufren una desconexión de su mundo online, ya que se sienten, de forma directa, excluidos de su círculo social. Además, según el Centro Terapéutico y de Desintoxicación de Madrid, el like se ha convertido en su objetivo principal, porque es su forma de reconocimiento en la red. De hecho, estos likes pueden proporcionar una dosis de euforia que puede ser adictiva si no se hace un uso responsable de las nuevas tecnologías y de las redes sociales.
El DAK recoge también en su informe que un 85% de los jóvenes pasan cerca de 3 horas diarias en las redes sociales: las jóvenes un total de 182 minutos, y los jóvenes unos 151 minutos. Las redes sociales más usadas son WhatsApp (66%), Instagram (14%), Snapchat (9%) y Facebook (2%). Además, el 16% de los encuestados reconocieron que tenían conflictos constantes con sus padres por la gran cantidad de tiempo dedicado a las redes sociales. Este porcentaje crece cuanto más jóvenes son los afectados.
El 85% de los jóvenes pasan cerca de 3 horas diarias en las redes sociales.
En el caso de España, de acuerdo con la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), el 85% de los jóvenes presentan dependencia del móvil y las redes sociales. Por otro lado, el Ministerio de Sanidad apunta que un 10% de los menores abusa de Internet, el móvil y las redes.
Sin embargo, los adolescentes no son los únicos en sufrir la nomofobia. Según el Instituto Nacional de Estadística, 58% hombres y 48% mujeres padecen nomofobia. Además, el 9% sienten estrés cuando apagan el móvil y 1 de cada 3 asegura que no podría vivir sin el móvil.
El 50% de los nomófobos confirman esta adicción con la necesidad de contactar con amigos y familiares, mientras que el 10% lo achacan al trabajo. Pero, ¿realmente es una necesidad? O, simplemente, ¿es una adicción provocada por la realidad social que nos envuelve?