Modifican fragmentos de la obra de Roald Dahl

Modifican fragmentos de la obra de Roald Dahl

La editorial Puffin Books modificará elementos en relación con la apariencia física, la salud mental, el género o la raza considerados ofensivos para las reediciones de algunas de las novelas de Roald Dahl 

 

La obra e imagen de Roald Dahl fueron criticadas con dureza por unas antiguas declaraciones que salieron a la luz en 2020, en las que faltaba al respeto al pueblo judío. La familia del autor pidió disculpas públicamente por los comentarios antisemitas, sin embargo, aquello ha conducido a la editorial que posee sus derechos hacia una revisión con lupa de la obra del galés. La editorial Puffin Books ha puesto en marcha la reedición de algunos de los clásicos del novelista, pero con algunas modificaciones. Los elementos que hagan alusión a la apariencia física, las etnias raciales, el género… serán reescritos para no herir sensibilidades. Esto ha generado una polémica en torno a la sustitución de términos y elementos que cumplen una función narrativa en la historia. Sustituir palabras como “gordo” y “feo” y omitir referencias a literatos como Rudyard Kipling en Matilda por su connotación supremacista han sido objeto de muchas críticas en los últimos días por el atrevimiento de la editorial a modificar la obra de un maestro de la literatura como Dahl. Tanto es así, que la propia editorial ha anunciado que pondrá en venta las ediciones originales junto con las reediciones. En España, por suerte o por desgracia, la editorial Alfaguara ha negado cualquier intención de modificar las obras originales.

Roald Dahl nació en Cardiff en el año 1916 y falleció en 1990. Se le conoce por su creación de novelas de carácter infantil como Matilda, James y el melocotón gigante, Las brujas… En el año 1964 Dahl publicó Charlie y la fábrica de chocolate, una de sus obras por excelencia. En un inicio, la obra no era tal y como la conocemos hoy en día. En la primera versión del libro, los Oompa-Loompas eran descritos como pigmeos de origen africano que eran esclavizados por Willy Wonka y pagados con granos de cacao y el personaje de Charlie era afroamericano, Dahl relacionaba la pobreza con el color de piel. Su obra destaca por ser rupturista dentro del género nobiliario en el que se centró y por eso es esencial mantener algunos de los elementos que, aunque estén mal vistos forman parte de la obra, de la descripción de la narrativa, del mensaje del autor, ya forman parte de la historia de la literatura. Las historias de padres horripilantes que no saben educar a sus hijos, la inteligencia y la determinación de sus personajes para escapar del destino que les espera y  el ensalzamiento del valor de lo sencillo y la humildad son elementos clave de su literatura, estos se verán dañados en estas reediciones, ya que el mensaje transmitido pierde calidad y parte del contenido. 

La respuesta al porqué de la reescritura de las obras de Dahl se encuentra en una corriente social que está de rigurosa actualidad: la cultura de la cancelación. Dictionary.com define este concepto como el hecho de retirar el apoyo sobre un personaje público o empresa, como respuesta a una acción o comentario considerado ofensivo o inaceptable. Es una herramienta para exigir responsabilidades a las élites y empoderar agrupaciones minoritarias. Esto suele generar auténticas guerras civiles de opinión, ya que cuando un grupo pequeño se siente agredido, se desata la cancelación en masa. El gran problema de todo esto reside en cómo esta corriente social se ha convertido en la gran enemiga de la libertad de expresión. 

El caso de Roald Dahl no es pionero ni mucho menos, otras obras han sufrido de primera mano los efectos de la cancelación. En el año 2021 se quemaron en Canadá miles de cómics de las míticas franquicias de Tintín, Astérix y Obélix y Lucky Lucke, todos por los estereotipos indígenas representados en los relatos. La icónica saga de libros El club de los cinco de Enyd Blyton también fue cancelada por el uso de expresiones racistas y sexistas, así como la famosísima saga de James Bond de Ian Fleming, cancelada del mismo modo por expresiones xenófobas. No tiene mucho sentido el hecho de reeditar obras cuyo contexto social e histórico se sitúa muchos años atrás. La sociedad ha cambiado. No debemos cambiar términos que forman parte de la narrativa, son piezas de un puzzle que quedará incompleto si las extraemos.

Ha aparecido un sector de la opinión pública que se ha posicionado fuertemente en contra de la reedición de las obras. Es interesante analizar como un sector de la opinión pública arremete contra el sector que defiende la inclusión en el lenguaje y la reformulación de esos términos que puedan considerarse inadecuado. No tardaron en pronunciarse algunas caras conocidas, entre ellas, Salman Rushdie. El conocido escritor de origen indio declaró lo siguiente en sus redes sociales: “Roald Dahl no era ningún ángel, pero esto es una censura completamente absurda. Puffin Books debería estar avergonzado”. La cosa no quedó ahí, el primer ministro británico, Rishi Sunak, también se pronunció al respecto: “es importante que las obras literarias y las obras de ficción se preserven y no se editen”. Sunak recurrió a la libertad de expresión para defender la prevalencia de la obra original. 


Todo esto nos suscita un debate. Si hacemos esto con la obra de Roald Dahl, ¿no deberíamos hacer lo mismo con las obras de connotación antisemita de Quevedo o Shakespeare?. Ambos expusieron sus pensamientos en contra del pueblo judío en obras como La Execración contra los judíos y El mercader de Venecia. Pero debemos entender el contexto, se trata del siglo XVII, nuestra concepción actual del mundo es muy distinta, pero no por eso tenemos derecho a modificar productos literarios históricos. Sería lo mismo que intentar cambiar el contenido de un libro de historia. Aunque no nos guste algo que ha sucedido, no podemos modificarlo porque ha sucedido así y así es conocido. El hecho de que sea algo malo también forma parte de la obra, es útil para que conozcamos el contexto de la obra y cómo hemos evolucionado como sociedad. ¿Debemos cambiar los contenidos y hacer como que nada ha pasado? ¿Debemos esquivar la sátira o la ironía como recurso narrativo?. El arte es arte y deberíamos aprender a valorarlo como tal, más allá de nuestras nociones o creencias. Debemos aprender a separar al artista de la obra y solo así podremos comprender de verdad la creación artística.