El fracaso de la Superliga europea
Real Madrid, Manchester United, Manchester City, Liverpool, Arsenal, Chelsea, Tottenham, FC Barcelona, Atlético de Madrid, Juventus, AC Milan e Inter de Milán. Estos fueron los 12 equipos que se sumaron al proyecto liderado por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, de la Superliga. Los fundadores de una competición que no llegó a ser y que, durante unas semanas, sacudió el mundo del fútbol. Tal fue la repercusión que hasta los políticos entraron en escena.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, advirtió a los equipos “rebeldes” (aquellos que se sumaron al proyecto) de la posibilidad, a través del Brexit, de endurecer la normativa para fichar jugadores extranjeros. Un aviso que puso en guardia a los clubes “rebeldes” ante la posibilidad de ver mermado el potencial de sus plantillas. Pero Johnson fue más lejos y también amenazó con implantar en Inglaterra una regla similar a la del 50+1 que reina en Alemania, una norma que deja en poder de los aficionados la última decisión en sus clubes. Ante la posibilidad de que vieran mermada su capacidad de decisión en las entidades en las que invierten mucho dinero, los propietarios de los seis grandes clubes de la Premier acabaron bajándose del proyecto de la Superliga dos días después de su anuncio.
El pasado 19 de abril los 12 clubes fundadores anunciaron la creación de la competición, que se suponía que sería el torneo principal en Europa y al cual se opusieron las federaciones y los clubes ligueros. El formato era una especie de liga formada por los equipos fundadores más otros tres clubes no nombrados que serían fijos y cinco invitaciones cada año según el rendimiento en la competición doméstica. En función del resultado en la “liguilla” se daría paso a los cuartos, semifinales y final para proclamar el campeón, consiguiendo así partidos entre los mejores clubes de Europa semana tras semana.
No obstante, la clave de la Superliga era el fondo de inversión JP Morgan que había firmado un contrato de 4.000 millones de euros de financiación. Esta cantidad, en el contexto de crisis económica provocada por la covid-19, hubiese salvado la situación económica de los clubes participantes. La oposición frontal que recibió la Superliga también tuvo que ver con la inversión que perderían el resto de competiciones y sus clubes modestos, que habrían quedado eclipsados y con la difícil papeleta de generar ingresos con la atención del público puesta en la nueva competición reina.
Las reacciones en el mundo del fútbol al anuncio no se demoraron y dejaron grandes discursos en contra de su creación. Discursos como el de el ex futbolista Gary Neville o el del futbolista español en activo Ander Herrera fueron de los que más eco mediático tuvieron.
Neville dijo que “Manchester United, 100 años, nacido de trabajadores, ¿y ellos están entrando a una Liga sin competir en la que no pueden descender?”. “Es una absoluta desgracia. Es pura codicia. Son impostores. ¡Son impostores! Los dueños del Manchester United, los dueños del Liverpool, los dueños del Chelsea, los dueños del Manchester City, no tienen nada que ver con el fútbol de este país. Hay más de 100 años de historia en este país de seguidores que han vivido y amado a estos clubes, y necesitan protección”.
Por su parte, Herrera, que actualmente juega en el PSG, declaró lo siguiente: “Me enamoré del fútbol popular, del fútbol de los aficionados, del sueño de ver al equipo de mi corazón competir contra los más grandes. Si está Superliga europea avanza, se acabaron esos sueños, se acabaron las ilusiones de los aficionados, de los equipos que no son gigantes de poder ganarse en el campo el competir en las mejores competiciones”.
La oposición surtió efecto y el proyecto no triunfó, y eso es en gran parte gracias a la labor de los fans que se rebelaron en los alrededores de sus estadios, como los del Chelsea y los del Arsenal. Los aficionados del United llegaron a invadir su propio estadio antes de un partido. Todo esto, sumado al gran revuelo en redes sociales, el rechazo por parte de los otros clubes, las barreras impuestas por las ligas nacionales, la UEFA y la FIFA y los gobiernos, consiguió que casi todos los clubes fundadores se echaran atrás a excepción de Juventus, Barça y Madrid.
El periodista Guillem Balagué (CBS, BBC Radio 5 Live, LaLigaTV) afirma que, pese al fracaso del proyecto, “los ricos quieren más y, como el fútbol es un reflejo de la sociedad, seguramente en poco tiempo tendrán más. La amenaza de la Superliga europea sirve para asustar y así, como mínimo, estirar la Champions para que cada vez se parezca más a la inevitable Superliga, es decir, con clubes que tengan garantizada su presencia y premios, y disminuir al mínimo la inestabilidad”. Al fin y al cabo, el mundo del fútbol no deja de ser un negocio y sus principales valedores van a velar siempre por sus intereses por encima del de los fans.