Corresponsales de guerra: informar desde el conflicto

Periodista cubriendo enfrentamientos en Kyiv, Ucrania.
Seguridad y precariedad laboral: ¿Están amparados los reporteros en el frente?

Los corresponsales de guerra han aparecido de manera reiterada en las televisiones de las casas, las radios y los periódicos desde que el conflicto ucraniano estallara hace un mes. Ucrania se ha dibujado como un escenario más en el que se ha demostrado la importancia de los profesionales de la comunicación, todos ellos con una historia que contar.

 

«El reportero de guerra no existe»

«No estoy programado para la guerra. Ella me buscó a mí, no yo a ella. Yo quería ser arquitecto, pero me dieron miedo los números e hice periodismo. Acabé en La Vanguardia, en la sección Internacional y en las guerras por casualidad». Plàcid García se presenta de esta forma al ser preguntado por Doblecheck sobre el porqué de su elección profesional. 

Para algunos periodistas como García, toda la tensión no se encuentra en la guerra, sino en las historias, en la necesidad de informar y transportar a través de las noticias a todos aquellos que no se encuentran en su mismo lugar y por consiguiente, llevarles a reflexionar. 

«El reportero de guerra no existe. Existe el reportero. Punto. Si no sabes hacer una buena crónica en el Hospitalet, no la sabes hacer bien en Járkov», sentencia García. 

De esta manera, Plàcid García, nos muestra otra visión sobre el reporterismo de guerra. Considera que no es un trabajo más relevante que el de un médico o un barrendero. Según García, la importancia de su trabajo recae en describir y no opinar sobre lo que le rodea. «Eso sí que es verdaderamente difícil», concluye García. 

 

«Volvería a todos los conflictos que he cubierto»

Pablo Sapag, profesor de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), cubrió principalmente para Radio Televisión Madrid los conflictos de los Balcanes (Kosovo y Bosnia), Afganistán, Argelia, Ulster, Oriente Medio, México y los atentados de Casablanca. 

Sapag denuncia que las condiciones de los corresponsales «se han precarizado». Según el profesor, los medios están en crisis y «tiran más de actores extra periodísticos que de un periodista-corresponsal».

En este sentido, el periodista considera que, cada vez más, la corresponsalía es una profesión de riesgo. «Las condiciones son cada vez peores y en cien años de periodismo de guerra profesional se ha aprendido poco de los errores cometidos en conflictos anteriores» explica Sapag. Para él, los riesgos se derivan de la competencia de los conocidos como «ciudadanos periodistas» y freelance no profesionales, sumado a la presión tecnológica, «que exige conexiones constantes y en directo».

«El miedo y la tensión permiten recordar los peligros a los que se enfrenta cualquier persona en el marco de un conflicto armado, algo que a veces se olvida porque cuando se está mucho tiempo en un lugar así se puede caer en la rutina». Sapag reconoce que ha vivido situaciones de miedo y de tensión, desde estar muy cerca de una zona bombardeada por aviones a trabajar en sitios donde había francotiradores que el periodista podía ver y que, según cuenta, «esperaban cualquier error que uno cometiera  respecto a las medidas de seguridad en esas situaciones para disparar». 

Pablo Sapag en la frontera entre Albania y Yugoslavia (abril, 1999).

Sapag considera la profesión de corresponsal un trabajo que exige mucho rigor y autocontrol. «En los conflictos, si se va como periodista, se va a informar y no a opinar o a expresar sentimientos personales. Tampoco a convertirse en objeto de la información», afirma el periodista. Asimismo, añade que es una labor desgastante «no solo por lo que se ve y de alguna manera se vive, también por cuestiones que tienen que ver con las rutinas de trabajo y su impacto en la vida familiar y personal».

El profesor iguala la labor de todos los periodistas: «un periodista que cubre conflictos armados no es ni más ni menos importante que otro que cubre otro tipo de informaciones. El derecho a la información es un derecho universal y las sociedades nada más pueden tomar buenas decisiones con información de calidad».

«Volvería a todos los conflictos que he cubierto para ver cómo han evolucionado esos lugares, además me traen recuerdos de otra etapa personal y profesional, por lo que siento una conexión con ellos», reconoce Sapag.

 

«Nosotros debemos ir, ver, contar y dar testimonio»

Un conflicto en el corazón de Europa ha llevado a periodistas freelance como David Meseguer a trasladarse a Ucrania. Meseguer no se considera un periodista de guerra, simplemente un reportero interesado en la información internacional, que se ha visto obligado a cubrir conflictos. 

Entre otros, el freelance ha estado presente en conflictos como los de Alepo, Bagdad, Libia y actualmente se encuentran en Kiev. Tal y como explica Meseguer su finalidad siempre ha sido y es la de «denunciar los hechos y buscar buenas historias para contar al mundo lo que está sucediendo».

«Volvería a todos los sitios en los que he estado informando», confiesa Meseguer a Doblecheck, consciente de que cubrir un conflicto curte a nivel personal y profesional. 

Para el freelance lo principal para un corresponsal es aprender a hacer buen periodismo, porque un buen profesional lo será en cualquier tipo de problemática, ya sea en Barcelona, como informando de una guerra. 

«Los periodistas tenemos el papel de denunciar violaciones de los derechos humanos, crímenes de guerra y migraciones, pero debemos dejar testimonio y después que sean las autoridades pertinentes que actúen», expone Meseguer.  El freelance concluye: «nosotros debemos ir, ver, contar y dar testimonio».

 

«Las acreditaciones pueden marcar la diferencia entre que se te trate como un civil o como un prisionero de guerra»

Con más de 35 años de carrera a su espalda, el Presidente de Reporteros Sin Fronteras, Alfosno Bauluz, habla sobre la labor de la asociación que dirige y las dificultades con las que se están encontrando para velar por los intereses de los corresponsales asociados. 

Reporteros Sin Fronteras (RSF) es una organización no gubernamental internacional, con sede en París, cuyo objetivo es defender la libertad de prensa alrededor del mundo, y en concreto, proteger a los periodistas perseguidos por su actividad profesional. 

«A todos nuestros corresponsales les ofrecemos un servicio de seguro a nivel internacional y una serie de medidas de protección. Hemos abierto una oficina en Leópolis, al oeste de Ucrania, para atender a los periodistas y repartir equipos de protección», comenta Bauluz en referencia al conflicto ucraniano. 

El Presidente de RSF tilda de «imprescindible» el trabajar en un terreno de guerra con acreditaciones del Ministerio de Defensa del país. «Las acreditaciones, según el Derecho Internacional, pueden marcar la diferencia entre que se te trate como un civil o como un prisionero de guerra», aclara.

El equipo de protección que ofrece RSF está constituido por un chaleco antibalas con placas de nivel IV y cascos pensados para proteger contra munición y fragmentos. 

Sin embargo, la precariedad de muchos profesionales se pone de manifiesto en este punto. Hay corresponsales, según cuenta Bauluz, que no pueden pagar el precio del equipo de protección. «Nosotros tenemos un stock, pero actualmente está agotado. Es una situación anómala, en el sentido de que la demanda de los reporteros ha sido superior para la cantidad que tenemos», expone el Presidente de RSF. 

Información sobre el tipo de chaleco antibalas que utilizan los periodistas. 

Información sobre el tipo de chaleco antibalas que utilizan los periodistas. 

Bauluz remarca la necesidad de que los corresponsales se centren en cubrir el ángulo de la crisis de los refugiados. «Es un tema muy importante y que no tiene el grado de exposición que debería», explica. «A todo aquel que quiera dedicarse a la corresponsalía de guerra le diría que desarrolle un conocimiento sobre el terreno, sobre la historia y sobre los idiomas que se hablan. Estos son los ingredientes imprescindibles para sobrevivir e informar», concluye el Presidente de RSF.   

 

«Crucial, importante o imprescindible son epítetos inseparables a la labor de los corresponsales»

El Subteniente del Ejército de Tierra, Bernardo Riaza, cuenta que desde esta rama de las Fuerzas Armadas, especialmente tras la experiencia de la segunda guerra  del Golfo, se advirtió la necesidad de «dotar de formación específica a los  periodistas y con ello  aumentar tanto la seguridad de los corresponsales como la de los militares que los  protegen». El portavoz del Ejército de Tierra destaca que «crucial, importante o imprescindible son epítetos inseparables a la labor de los corresponsales».

En las jornadas del Ejército de Tierra, que según Riaza pueden definirse como «intensas», se forma al periodista en aspectos generales de geo-estrategia y organización del Ejército, así como aspectos  preparatorios (equipaje, equipo, documentación, seguros o marco legal), aspectos de  ejecución (convivencia con militares, conocimiento de medios y materiales del Ejército, protección personal, conducción en circunstancias extremas, primeros auxilios o reacción ante circunstancias adversas) y se les orienta para normalizar el regreso tras un periodo en zona de conflicto. 

Riaza explica que los propios alumnos muestran «un grado de satisfacción muy alto». «Como anécdota, en las últimas Jornadas las clases de geo-estrategia se alargaban hasta las diez de la noche por  petición unánime y eso después de doce horas de trabajo», cuenta el Subteniente.

Cada sesión de las Jornadas está dirigida por personal «de la más alta cualificación». El personal pasa por especialistas en geo-estrategia de la Escuela de Guerra, militares  de las distintas unidades, guardias civiles, personal jurídico, escuela de conducción o personal  sanitario, hasta antiguos corresponsales de guerra que hablan de sus experiencias.

Pablo Sapag en el frente de Kunduz, Afganistán (octubre, 2001). 

 

72 periodistas españoles cubren el conflicto ucraniano 

56 periodistas españoles están cubriendo la guerra en Ucrania y 16 más desde Polonia, Moldavia y Hungría, según RSF. A su vez, la asociación cuantifica a los freelance en 15. 

La necesidad de transmitir información veraz lleva a los profesionales de la comunicación al punto de mira. Aunque las opiniones sobre qué papel juega un corresponsal y cuál es su relevancia dista según a qué periodista se le pregunta, la precariedad laboral y la falta de seguridad con la que trabajan es aún más evidente cuando los conflictos bélicos se dan cada vez más cerca.