Comienza la temporada de terrazas y polémica en Barcelona
Las terrazas inician la temporada de verano con polémica un año más. Tras la última modificación en 2013 de la Ordenanza municipal sobre terrazas, el sector está en conflicto con el Ayuntamiento. El gremio de restauración de Barcelona defiende que la ordenanza “fue hecha desde un escritorio sin tener en cuenta las verdaderas necesidades de los establecimientos, lo que hace muy difícil ponerla en práctica”. En el consistorio consideran que la ordenanza “no puede gustar a todo el mundo” y que ésta se elaboró “teniendo en cuenta las necesidades de espacio y movilidad de los habitantes de la ciudad”.
La ordenanza de terrazas elaborada por el ayuntamiento de Barcelona dispone los requisitos y obligaciones de todos aquellos bares y restaurantes del municipio que quieran instalar una terraza en lugares públicos, excluyendo así a todos los locales con terrazas privadas. El espacio público ocupado debe destinarse a la misma actividad y ofrecer los mismos productos y servicios que el establecimiento del que dependen. Las terrazas se ubicarán preferentemente delante del local en cuestión. Allí donde no sea posible, se puede admitir su desplazamiento, especialmente en plazas, ramblas, paseos y avenidas. El escrito también impone a los negocios situados en las denominadas “zonas de excelencia” a cumplir con unos estándares superiores en cuanto a la calidad de materiales y el diseño de las terrazas para así garantizar la buena imagen de los lugares más característicos y turísticos de la ciudad.
Los restauradores indignados
Los responsables y encargados de cada local son los máximos afectados en toda esta polémica que rodea a bares y restaurantes. Muchos de ellos como María, responsable del Bar Santos de la Plaça del Pi, pidieron explicación al consistorio, pero aún no han obtenido respuesta y no entienden a qué se debe la reducción de concesiones de terrazas. “Tener únicamente 4 mesas en la terraza nos parece vergonzoso, insuficiente. No podemos gestionar a toda la gente en 4 mesas a 30º grados en verano. Además pagamos varios impuestos que nos parecen excesivos y la cosa no cambia. El ayuntamiento recibe 2000€ por temporada, sea invierno o verano y la Generalitat también requiere un impuesto del 3%”, se aqueja María.
Tomás, el encargado de la cafetería Tiramisú en la plaza de la Vila de Gràcia, afirma que en el caso de su establecimiento “no cambian los requisitos de la terraza de invierno a verano”, que independientemente de la época del año seguirán contando con los mismos metros cuadrados ocupados por un máximo de 10 mesas. Denuncia “que hay un estacionamiento de motos entre el local y la terraza, lo cual es una gran dificultad a la hora de recoger las mesas, pero el Ayuntamiento no toma en cuenta este tipo de necesidades específicas”.
Estacionamiento de motos entre la terraza y el local
Sílvia, la encargada de la terraza del restaurante MariscCo en la Plaça Reial de Barcelona, se expresa en la misma línea que sus colegas de profesión. Asegura que “en la plaza no hay competencia entre los distintos bares y que hay espacio incluso para que vehículos especiales como ambulancias o camiones de bomberos puedan acceder ante cualquier emergencia”. En contraposición, Jordi, responsable del Café Zurich de Plaza Catalunya, confiesa que nunca ha tenido ninguna problemática con el ayuntamiento. Asegura que la cuota anual obligatoria no les afecta ya que su terraza, compuesta por casi 70 mesas, está siempre llena.
Terraza de Plaza de la Vila de Gràcia
La voz de los afectados es crítica. No entienden porqué la polémica ha llegado a este punto y defienden que su única intención es que les dejen trabajar. Según el Gremio de Restauradores de Barcelona, “hay muchos criterios para obtener la licencia de terraza en la ciudad, y al mismo tiempo, es muy subjetivo cumplir con los requisitos”. Argumenta que “lo único que no es negociable es dejar 80% de espacio desde la fachada del establecimiento hasta la terraza” para respetar la cómoda circulación de transeúntes y vehículos.